martes, 1 de septiembre de 2015

8:35 - No comments
El paisaje del techo es un portal a otra dimensión. Extiendo los brazos y no logro tocarlo. Acostada en el piso me siento envuelta en toda la habitación, segura de que no puedo caer aún más bajo. Cuando llega el miedo lo veo cruzar la puerta, lleva zapatillas verdes.

Y el sonido de la puerta trabando es conocido para los dos. El miedo es un hombre a quien no puedo verle el rostro y llega cada noche. La música se fue lejos y nos dejó solos. Siento la cerámica fría acariciar la piel de mi espalda y mis brazos. Cierro los ojos.

El miedo es un hombre con un paño suave. Sé lo que viene después.

Si afuera hay alguien despierto dejenme sola con él, porque es un viejo amigo que llega cansado a casa, sólo porque quiere verme.

El miedo apoya su paño suave sobre mis labios, luego vuelca agua en él. Sé que no puedo hacer nada ante eso, más que apretar los párpados y rogar en silencio.

Vivir es suplicar a este hombre que me ahogue de una vez porque ya va a salir el sol y no quiero despertar.

Él besa mi frente, susurra a mi oído y se va.


miércoles, 17 de junio de 2015

1:06 - No comments

https://youtu.be/DVg3Yg0lulk

Llevo varios días durmiendo tan mal que creo que si hago una suma total de horas dormidas esta semana no llegan a diez. Se le suma a la enfermedad de un hijo el estado depresivo de una mujer de veinticinco años que está agotada de estar agotada.

Y se le suma también mi obsesión y fanatismo por los sonidos darkwave y las baladas Smithsonianas. Quiero echarme todas estas noches en el techo y clavarme auriculares. Que suene toda la noche esta música oscura para llorar y limpiarse. Sé fuerte. Sé fuerte. Sé fuerte.

Sé fuerte. Muy fuerte.

Maldita app de blogger que no publica el video como quiero.

sábado, 30 de mayo de 2015

18:34 - No comments

Biblioteca y Videoclub

Los sábados grises son domingos camuflados.

Y los días grises (o domingos) generalmente me quedo en casa a ordenar y limpiar la pieza. Una vez al mes la limpieza es profunda así que corro todo de lugar para que no se junten chobis en la pieza.

Y cada vez que hago la limpieza profunda saco entre dos o tres bolsas de basura. ¿Cómo carajos se puede juntar tanta mugre? ¿Cómo es que si hace treinta días saqué toda la mugre posible vuelve a haber cachivaches para tirar? Esos son los misterios que hay que empezar a investigar. Señores científicos: Dejen de buscar vida en otros planetas porque hay entes por acá, dando vueltas, generando mugre y confusión.

Entre las cosas que estuve revisando me encontré con:

- 9 temporadas de X Files (Los Expedientes Secretos X)
- Como 6 temporadas de The Shield.
- Argensoma.
- Clue, el juego de mesa que nadie quiere jugar conmigo. Pupita debería crecer pronto para este tipo de cosas.
- La Torre Oscura I. El Pistolero.
- Orsai 2.
- Más Respeto Que Soy Tu Madre.
- Un álbum de fotos.
- Discos de Lacrimosa.
- Más libros.
- Un hipogrifo.
- Una Ps2 sin los joisticks (cuánta maldad hay en el mundo)

Ya no sé por donde arrancar. No sé si me voy a poner a buscar joisticks urgente, si voy a anclar con alguna de las series, si me voy a poner a leer, si me acuerdo que tengo hijos.

En fin. Los sábados grises vienen bien para limpiar.

P.D: No sé si fui tan mala de no contarles que Pupita tiene un hermano, que por cierto el martes cumple 6 meses.

Bueno. Más vale medio año tarde que nunca. Cuando esté en una PC les presento al nuevo clon. Lo podríamos llamar Pupito, pero Pupita le puso otro nombre. Ya les cuento después.

domingo, 10 de mayo de 2015

De esta maternidad incomprendida

La primera vez que tuve que amamantar a mi hija en público fue una situación bosta. Por alguna razón me daba vergüenza y mucha incomodidad. Ella tenía dos semanas y mucha hambre. Me senté y tapé a mi bebé como si estuviéramos haciendo algo malo. Era incómodo así que después de un rato terminé sacandole la manta. 

Todavía me acuerdo la cara de asco que me puso una chica, que tendría unos 19 o 20 años (no muchos menos que yo, que en ese entonces contaba 22) me miró como si la ofendiera mi presencia. La ofendió mi accionar. La ofendió mi desnudez y el hambre de mi hija, que sólo se alimentaba de mi. La ofendió que mi hija no supiera entender que hay momentos íntimos que no debemos hacer públicos.

Me sentí realmente pésima en ese momento. 

Con el tiempo me volvió a pasar de nuevo. Nuevamente me tuve que sentar y darle teta a mi hija en una sala de espera. Nuevamente vi otra cara de asco. Esta vez de una chica más grande que iba acompañada de una amiga. Recuerdo el comentario: "Estas pendejas planeras, viven teniendo hijos uno atrás de otro y están en todos lados. Te llenan un bondi de pendejos y pelan teta donde quieren". 

El resto de las cosas que dijo las dejo a un lado, porque quiero resaltar sólo el asunto del amamantamiento.

" Es un momento íntimo, tuyo y de tu bebé". Si. Pero también es alimentar a tu hijo, saciar hambre y sed, calmar su ansiedad. Las tetas que tenemos no son un adorno sexual. ¿Por qué me tiene que dar vergüenza alimentar a mi hijo en público? ¿Por qué es tan grave mi desnudez para vos? 

Vergüenza... Una teta con leche para un bebé. No lo comprendo.

jueves, 30 de abril de 2015

Jueves de Confesiones 01 (mudanza a blogger)

Me pone muy ansiosa ver un cartel de "en caso de emergencia rompa el vidrio con este martillo". Veo el martillo ahí, como clavado a la pared. Necesito mirar a otro lado y distraerme porque:

- ¿Cómo sé que saldrá fácil de ahí? Parece que necesito otra herramienta para sacar el martillo para romper el vidrio... Y acá nos estamos muriendo. No es joda eh.

- Ese martillo no parece muy resistente como para romper el vidrio.

- Necesito probar si puedo o no sacar el martillo de su cobertura martilleril de emergencia. ¡A ver! ¡Marche una emergencia aunque sea chiquita y abran paso que quiero ver si puedo sacarlo!

Si hay uno de esos botones de emergencia, los cuáles por lo general están en los trenes y son rojos, imagino que al apretarlos se detiene el tren como si hubiese accionado directamente la mismísima palanca de frenos. Y de golpe todos caemos en efecto dominó. Y hay que sacar el martillo que rompe el vidrio y pareciera estar clavado a la pared del tren...

En fin.

Venía publicando las confesiones en mi perfil de Facebook y creo que se volvieron una rutina semanal tan agradable y constante que se pueden trasladar al blog, que bastante lleno de telarañas está.

jueves, 16 de abril de 2015

7:31 - 1 comment

Hora Azul

Hace muchos años que vivo diariamente el único momento del día que puedo considerar pura y exclusivamente mío. Un momento en el que puedo pensar sin ecos de fondo (la tele, las voces, el ensayo del vecino folklorista, los autos de la calle, las voces de mi familia), ese único paréntesis donde respiro y siento que el pecho se llena de aire fresco y puedo escuchar mi propia respiración. Ese rato, esa pausa, yo la llamo Hora Azul.

¿Por qué Hora Azul? Porque es ese momento de transición de la noche al día, cuando el sol empieza a salir de a poco y de golpe es muy claro para ser de noche pero no lo suficiente para ser de día. No es ninguno de los dos, sino un intermedio, donde el cielo queda bañado a media luz y desde mi ventana se ve como si todo el patio estuviera en una película de los ochenta con efectos especiales viejos, pésimos y maravillosos.

Desde mucho antes de ser madre disfrutaba estar despierta a la madrugada para poder escuchar todas las voces de mi misma hablando adentro. Aunque a veces no tuvieran gran cosa qué decir:

"... Mis alas no teeeeengo, ¡Desaparecieron ya! ¡Pero conmigo tengo aún el podeeer! EN TU PUPILA EL ARCOIRIS SE REFLEJÓ..."

"Mañana tengo que parchar la bici. O la puedo llevar al bicicletero. ¿La parcho yo o la llevo al bicicletero? Me va a cobrar cinco pesos para ponerle un parche de veinticinco centavos... Me voy a hacer bicicletera"

"Cuando se entere Santino que Cachivache hizo percha el libro que me prestó me va a colgar de la tanga en el mástil del barrio. Encima no lo pude terminar de leer."

"We can be heroes, just for one day!"

La Hora Azul me sirvió tantos años para conocerme. No hay nadie más importante que uno mismo, que justamente uno mismo. No por egoísmo.

Hace un tiempo atrás tuve una charla con otra noctámbula de la blogósfera: La tía Zeta. La cual una Hora Azul me dijo que tenía que apurarme a terminar el secundario.

- Casi se me hace imposible porque estoy trabajando mucho para que a la Pupita no le falte nada.

- ¿Alguna vez viajaste en avión?

- No.

- ¿Entonces no sabés lo que dicen las instrucciones de las máscaras de oxígeno en caso de una emergencia? Las instrucciones dicen que en caso de emergencia, antes que nada, te ocupes de ponerte VOS la máscara. Luego de que te hayas puesto la máscara ayudes al que tenes al lado. Pero de nada sirve que primero ayudes al otro si no te ayudas primero a vos. Esto es más o menos lo mismo. De nada le sirve a Pupita que trabajes todos los días sin progreso. Y para eso tenes que terminar el secundario.

Seguramente no son las palabras exactas de la conversación, pero más o menos fue así. En una Hora Azul me terminé poniendo en egoísta conciente.

Esta entrada la estoy escribiendo en una Hora Azul. Afuera está lloviendo como si cayeran viejas del cielo. ¿Habrá algo más hermoso que dormir cuando se corta la luz y afuera llueve? Me encanta saber que existe este momento del día que aún es mío. Pero me gusta más saber que hay otros noctámbulos como yo que me dan buenos consejos.

Posiblemente esta entrada la lea mi profesora de lengua y literatura. Acá está el trabajo que nos pidió, profe Susana. Sin querer lo vine haciendo desde hace años y en las madrugadas. Espero que lo disfrute.

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La entrada quedó en borradores. Maldita app de blogger que a veces falla. Acá va...

jueves, 15 de enero de 2015

23:32 - 2 comments

El Salto Bungee Social

Ayer vi en un grupo de facebook de un boliche una publicación que me dejó pensando un poco. Un miembro nuevo pedía que, cuando llegara al boliche, le hablaran porque no quería sentir "que no conocía a nadie". 

Me quedé entonces recalculando lo que eran mis salidas. En mi caso particular, siendo de Ezeiza me iba a la loma del orto. Terminaba en Requiem, Gothic BA, Teatro de Arlequines, Alterna. Etc. Me gustaba irme lejos porque los boliches cercanos no pasaban música que me gustara. A su vez, siempre me iba a lugares distintos. No salía siempre así que no podía hacerme de amigos que frecuentaran el lugar. Cáda salida tenía ese momento de adrenalina que era tener que entrar y afrontar que ahí, en la oscuridad y el ruido, eran todos desconocidos para mi. Eran papeles en blanco, películas en vhs con la cinta a la izquierda. Todos los que estaban ahí, hombres, mujeres, travestis, enanos, todos eran un misterio para mi. Y eso era algo que a mi me fascinaba.

Llegaba entonces al boliche y tenía dos opciones. Quedarme ahí en un rincón sola tomando con pajita gancia con sprite o bien rejuntar coraje y carisma, que escaseaba muchísimo más que ahora, y animarme a conocer gente. Conocí personas muy interesantes y muy pelotudas. Todavía me acuerdo de Alexander, que me susurró al oído "Mi nombre es Alexander y tengo tres mil quinientos años". Conocí gente gansa, gente buena, gente mala, gente divertida, amigos que hoy sigo teniendo, giles de los que me burlo. Todo empezó con una charla a alguien que estaba ahí, perdido como yo. 

Cuando me acuerdo de aquella sensación de entrar al boliche con extraños me entra un escalofrío por la nuca. Una sensación magnífica de adrenalina y nerviosismo. Es un bajón, si. Pero un bajón que se vive y no duele. Un salto bungee social.

Básicamente lo que esta persona pide en esa publicación es ahorrarse ese salto. ¿Para qué? ¿Por qué? Si la sangre que tenemos en las venas se nos enfría a la altura de las manos y las piernas y se calienta en el pecho con un simple ritual humano que es ir a conversar con otro ser humano. ¿Por qué perderse de vivir algo tan simple y tan bonito?

No seamos boludos. Respiremos.