lunes, 30 de julio de 2012

El hermano que una vez perdí

Como muchos acá saben no sólo soy madre, sino que soy madre soltera. Bah, ya no soltera, pero no estoy con el padre de mi hija.

Por motivos que ya he contado algunas veces el padre de Pupita no la conoce, ni siquiera sé si sabe que ella es nena. Pero ese no es el motivo por el que hoy estoy llorando. Esta noche lloro porque esta tarde elegí un padrino para Pupita y no es la persona que siempre soñé que sería.

Hace muchos años tuve un amigo que compartió conmigo tantas alegrías como tristezas. Todavía me acuerdo de su risa, de su manera de hablar, de como me alegraba tenerlo cerca. Era de esos amigos que uno considera hermanos porque simplemente están en el corazón de uno y se ganan nuestro cariño.

Esa persona es Grim. Primo del padre de Pupita. Y mucho antes de conocer al primo de Grim, mucho antes de imaginarme que iba a tener una hija, yo había soñado con la idea de que Grim fuera padrino de mi primer hijo. Se lo había dicho una tarde cuando nos estabamos cagando de risa en una esquina, sentados mirando a la gente pasar. Eramos pendejos. Él había aceptado contento.

Los problemas con su primo destrozaron esa amistad. Perdí a un hermano, perdí a mi hermano.

Hoy llamé a mis tres mejores amigos de la secundaria. No me decídía bien a quien elegir así que los llamé a los tres, los invité a tomar unos mates a casa y les dije que quería que uno de ellos fuera el padrino de Pupita. Les di esa opción y que ellos decidan. Edu rápidamente y con una amplia sonrisa me dijo "¿Dónde firmo?" y Pupita se consiguió un padrino.

Pero son más de las 4 am y no puedo dejar de llorar. Así que me decidí a mandarle un mensaje a Grim.

Sé que él era quien se enojó y que no me corresponde pedir perdón a mi, porque no le mentí, porque no le hice nada, porque el problema no fue con él y todos me dicen que está mal. Pero ¿saben qué? Me importa un carajo. Porque a veces esas cosas son parte de orgullo. Y para mi el orgullo se puede ir a la mismísima mierda, porque tuve un hermano una vez que me dio muchísimo y lo único que me gustaría hacer es verlo cruzar mi puerta, abrazarlo y decirle "Ella es Luciana y es tu sobrina, porque vos -pase lo que pase- sos mi hermano".

Y lo único que espero es que él también deje el orgullo de lado y cruce mi puerta otra vez.

viernes, 20 de julio de 2012

Llamado a la solidaridad para las monedas de diez centavos.

Algún día le diré a mi hija que mi vieja me daba una moneda de diez centavos y yo iba al kiosco y compraba algo con ella, y no me va a creer. Me va a mirar fijo y va a poner cara de olor a caca, de indignación. Esa cara que veo muy seguido cuando me acerco con el nebulizador y el sacamocos. Esa misma cara.

Llevo un tiempo observando como las monedas de diez centavos caen al suelo, ruedan en el piso y van a parar a cualquier rincón sin que nadie se preocupe por agarrarlas. A veces me tomo la molestia de levantarlas y ponerlas arriba de la mesa -porque no son mías- y las vuelvo a ver en el piso un rato después, sin nadie que las reclame, como seres insignificantes. Están ahí y a nadie le importa porque ya no valen nada.

"Yo no me agacho ni siquiera cuando veo una moneda de cincuenta centavos. Salvo que sea un peso y tal vez hasta lo pongo en duda."

Pienso en eso, la miro a la Pupita y siento que incluso si le diera un San Martín dentro de unos años me miraría con esa misma cara. Así y todo, ojalá ella no sea de las que no entienden que si en cáda casa dejamos monedas de diez centavos tiradas en el piso vaya a saber cuántos San Martines estarán siendo discriminados fraccionadamente hablando.


jueves, 5 de julio de 2012

Hace un tiempo conocí a un Juan

Hace un tiempo conocí a un Juan. Un Juan que compartía conmigo once horas y un banco. En aquella escuela había muchos Juanes, porque era noventa y pico porciento pendejos. Este me caía bien. Me gustaba muchísimo.Si me pusiera a hablar de cuanto me gustaba Juan se volvería un blog muy cursi este. Así que lo voy a resumir todo lo posible.

Estuve enamorada de ese Juan toda la secundaria. Me pasé muchísimo tiempo sentandome al lado de él y siendo su buena amiga. Una de las cosas que recuerdo es que había días que agarraba una bic y le escribía mi nombre en el brazo, a él no le molestaba porque lo tomaba como un chiste, yo lo hacía para que cuando él volviera a casa lo leyera y se acordara de mi. O en lo posible lo leyera su novia.

Su novia, por lo que me contaban nuestros amigos, lo trataba mal. Generalmente le hacía pasar malos momentos delante de todo el mundo. Él no contaba demasiado sobre eso.

A veces nos sentábamos lejos de todos y no decíamos nada. El miedo al rechazo hace estragos entre gente que se quiere de verdad, puramente, con todo el corazón.

Tiempo después me fui de mi casa. No le dije nada a Juan, ni a mis viejos, ni a mis amigos. Me fui de casa con dieciocho años como algunos acá ya saben. y volví con casi veinte. Estaba como ya he contado: Como el culo. Eso no importa. Volví y busqué a Juan.

Juan seguía con su novia. No me importó y le confesé todo lo que debía haber confesado años atrás. Empezamos a mandarnos mensajes y a vernos a escondidas. Nos sentábamos juntos a escuchar música con un mp3, con un auricular en una oreja cáda uno. Sentados juntos, tomados de las manos. Éramos felices así, con poco. Juan no salía mucho a ningún lado con su novia. Conmigo iba al cine, a los videos, a donde sea. No importaba demasiado. Nos sentíamos bien.

Hasta que su novia leyó un mensaje.

Juan se enojó y rompió el celular, avisandome antes lo que había pasado. Por un tiempo largo no supe nada de él. Para ser exactos no supe nada de él hasta hace unos meses.

Dios los cría, el viento los desparrama y en el Facebook se juntan.

Hablé con Juan. Me dijo que alguien le había contado sobre Pupita. "Es hermosa igual que su madre". Entre otras cosas me preguntó si quería verlo. Le dije que si. Y resumiendo un poco más conoció a mi hija, la tuvo en brazos, se conmovió y pidió perdón. Nos reímos juntos, pusimos música con su celular. Algunos temas de Pantera, Rammstein, Judaspriest, Dimmu Borgir y vaya a saber cuántas bandas más.

¿Qué hubiera pasado si te hubiese conocido un poco antes, Caro?


No fue ese el problema. Yo estaba ahí para vos y elegiste.


¿No querés verme más?


No tengo idea.


¿Sentís lo mismo? 


Si. Sólo que ya no tengo diecisiete años.


Perdón.


No hace falta pedir perdón. No hiciste nada malo. Elegiste. Ahora solamente tenés que entender que elegir siempre tiene sus consecuencias. Yo también elegí una vez: Me fui sin decirte nada. Tuvimos otra oportunidad y vos la elegiste a ella. Nosotros no estamos juntos porque somos dos pelotudos, ahora hay que hacernos cargo. Después de todo yo tampoco estoy sola y no hablo de Pupita. 

Nos dimos un beso y doblamos cáda uno en una esquina distinta.

Hasta dentro de unos cuántos años, Juan.