martes, 15 de enero de 2013

El mayor de mis cagazos

Cuando era chica y todavía no sabía limpiarme los mocos mi mayor cagazo era que me hagan algún tipo de sutura en alguna parte del cuerpo. La idea de que me pasara algo y tuvieran que coserme me generaba terror. El sólo hecho de imaginar una aguja pasar una y otra vez por capas de mi piel para unir dos partes de mí era lo peor que podía pasarme y andaba con cuidado antes de mandarme alguna cagada importante. Ese era mi mayor miedo, la peor pesadilla que podía atormentar mis noches.

Después de aquella tarde que mi hermano me tiró un pedazo de teja en la cabeza me di cuenta que no era tan grave. Resulta que si te dan un buen tejazo el golpe funciona de anestésico y practicamente no sentís nada. O bien sentís, pero lo peor ya ha pasado.

Tiempo después, como ya había superado el temor a las suturas me di cuenta que le tenía miedo a las operaciones, que es como una sutura pero por afuera y por adentro, sin oponer ningún tipo de resistencia, sin dar batalla. Vas, te acostás y te entregás a una persona que va a hurguetear adentro tuyo como si estuviera revisando un monedero, cortando piel, grasa, carne y después cosiendo, cosiendo, cosiendo.

Cuando me dijeron a los catorce años que me iban a operar de amigdalas y adenoides sufrí el peor mes de cagazo continuo imaginando todo tipo de situaciones donde sintiera dolor antes, durante o después de la operación. Pero cuando llegó el momento me di cuenta que lo bueno de una operación es que estás dopado, lo segundo es que en casos como el mío tenía que comer mucho helado (la contra es que dolía comer helado, pero no importaba ¡es helado!) y lo tercero es que no recordás nada, ni siquiera en donde pusieron las manos los doctores. Y ojos que no ven, pudor que no reacciona.

Después de eso viví muchos años tranquila, ya no temiéndole a suturas ni a operaciones sino a cosas vanales  como el kraken. Meterme en una pelopincho y nadar abajo del agua me daba cosita, pero no era algo demasiado incómodo porque jamás me gustó eso de andar semiempelotas por ahí, así que en lo posible esquivaba las pelopinchos. La vida era cómoda y agradable, lo peor ya había pasado y por alguna razón mi vieja se tomó eso de comer helado como algo que era permanente y yo estiré mi suerte todo lo que pude. La vida me daba días pacíficos y no había algo que me quitara el sueño.

Eso fue así hasta que llegó una Pupita con forma de maní en una ecografía.

La verdad les parecerá increíble pero tardé meses en reaccionar sobre un detalle inmensamente imposible de dejar pasar respecto a la criatura, un detalle que para cualquiera es obvio: El bebé tiene que salir algún día. La felicidad de saber que viene un hijo es enorme, pero también es enorme el cagazo al dolor que implicará que nazca. La Pupita iba a salir más tarde o más temprano y sin dudas iba a ser más jodido que una operación de amigdalas y nadie iba a dormirme en ese momento.

Ustedes, los que no son padres y leen este blog imaginen que una embarazada está despierta y completamente conciente de que tiene que afrontar que un pibe de tres kilos y pico y medio metro de estatura tiene que salir por ahí y no hay posibilidad de escapar de eso. Ahí estaba yo entonces, ese 10 de septiembre, sufriendo dolores que son indescriptibles, bancandome que mi vieja haya avisado a todos los conocidos, parientes, amigos, vecinos, almaceneros, kiosqueros, todos, y que todos vinieran a saludarme y preguntarme cómo estaba mientras yo apretaba manos y dientes y trataba de no mandar a cagar al mundo y a todos los hombres que en él habitan. Se sufre, muchachas. Se sufren las contracciones que es como un dolor menstrual multiplicado, se sufre cuando te toca un doctor que tiene que hacerte tacto y tiene dedos del tamaño de salchichas de viena, se sufre cuando empezás a ver doble, triple, cuando te tratan de boluda y te dicen que "todavía falta" y vos sabés que no falta un carajo, que el pibe va a salir, que el dolor es insoportable y sobre todo el cagazo, El Señor Cagazo padre de todos los cagazos porque parir un hijo para todos es lo más natural del mundo, pero para una que es primeriza y que está ahí aguantandose como el cuerpo está retorciendose solo no lo es. Parir a un hijo será natural para la humanidad entera pero para la mujer que va a parir es una situación de terrible miedo. Se sufre mucho y sobre todo se sufre si vas a parir a un hospital público y te tratan como si fueses un cacho de carne sin sentimientos.

Uno de los diálogos que recuerdo de aquella madrugada el 11 de septiembre, después de haber nacido Pupita y luego de casi nueve horas de trabajo de parto, en el momento en que estaban atendiendome a mi y mandando mano sin ningún tipo de consideración es:

Partera1
Uh... allá atrás sigue sangrando...

Partera 2
Bueno, hay que coser

Partera 1
Si pero no hay aguja *inserte nombre de aguja si usted sabe qué aguja sirve para "allá atrás"*

Partera 2
Igual hay que coser.

Recordar todo aquello es como vislumbrar una de las películas de Saw el Juego del Miedo.

Hace unos días estaba mirando The Walking Dead junto a mi hermano y mi cuñada. Estaban pasando una parte donde Lori tiene que parir al bebé en la prisión. Mientras estaba mirando esa escena mi cerebro me hizo cruzar las piernas y taparme los oídos muy fuerte - Por alguna razón siempre que veo algo que me horroriza me tapo los oídos, pero no cierro los ojos. Mi mente cree que cerrando el canal auditivo se sufre menos, vaya a saber por qué- y mi cuñada que aún no es madre me dice "Bueh! ¿Para tanto? Si es lo más normal del mundo parir un hijo. Antes no había hospitales ni clínicas y las mujeres no hacían tanto drama"

Creo que hay cosas que la gente termina descubriendo sola. Por mi parte digo: Lo natural no significa menos  sufrible. Si mañana fuera natural que una mutación genética nos haga a todos los seres humanos del mundo perder una oreja a los 45 años de edad en un periodo de una semana, no por eso sería menos doloroso.

Wirkerfraü

Supongo que algún día te va a tocar, y cuando empieces a gritar como una loca voy a decirte "tranquila, cuña, que es lo más normal del mundo. Vas a ver como me vas a mandar derechito a la mierda"

miércoles, 2 de enero de 2013

Igualdad de Género


Con esto de la igualdad de género se fue desvirtuando completamente la idea principal.

Cáda vez más hombres amanerados que gastan fortunas en cosméticos, cremas, accesorios...

Entienda que pedíamos igualdad, no para que ustedes se depilaran, sino para que nosotras pudieramos dejar de hacerlo.

2013, dame fuerzas para volver a escribir un poco más decentemente...