jueves, 30 de abril de 2015

Jueves de Confesiones 01 (mudanza a blogger)

Me pone muy ansiosa ver un cartel de "en caso de emergencia rompa el vidrio con este martillo". Veo el martillo ahí, como clavado a la pared. Necesito mirar a otro lado y distraerme porque:

- ¿Cómo sé que saldrá fácil de ahí? Parece que necesito otra herramienta para sacar el martillo para romper el vidrio... Y acá nos estamos muriendo. No es joda eh.

- Ese martillo no parece muy resistente como para romper el vidrio.

- Necesito probar si puedo o no sacar el martillo de su cobertura martilleril de emergencia. ¡A ver! ¡Marche una emergencia aunque sea chiquita y abran paso que quiero ver si puedo sacarlo!

Si hay uno de esos botones de emergencia, los cuáles por lo general están en los trenes y son rojos, imagino que al apretarlos se detiene el tren como si hubiese accionado directamente la mismísima palanca de frenos. Y de golpe todos caemos en efecto dominó. Y hay que sacar el martillo que rompe el vidrio y pareciera estar clavado a la pared del tren...

En fin.

Venía publicando las confesiones en mi perfil de Facebook y creo que se volvieron una rutina semanal tan agradable y constante que se pueden trasladar al blog, que bastante lleno de telarañas está.

jueves, 16 de abril de 2015

7:31 - 1 comment

Hora Azul

Hace muchos años que vivo diariamente el único momento del día que puedo considerar pura y exclusivamente mío. Un momento en el que puedo pensar sin ecos de fondo (la tele, las voces, el ensayo del vecino folklorista, los autos de la calle, las voces de mi familia), ese único paréntesis donde respiro y siento que el pecho se llena de aire fresco y puedo escuchar mi propia respiración. Ese rato, esa pausa, yo la llamo Hora Azul.

¿Por qué Hora Azul? Porque es ese momento de transición de la noche al día, cuando el sol empieza a salir de a poco y de golpe es muy claro para ser de noche pero no lo suficiente para ser de día. No es ninguno de los dos, sino un intermedio, donde el cielo queda bañado a media luz y desde mi ventana se ve como si todo el patio estuviera en una película de los ochenta con efectos especiales viejos, pésimos y maravillosos.

Desde mucho antes de ser madre disfrutaba estar despierta a la madrugada para poder escuchar todas las voces de mi misma hablando adentro. Aunque a veces no tuvieran gran cosa qué decir:

"... Mis alas no teeeeengo, ¡Desaparecieron ya! ¡Pero conmigo tengo aún el podeeer! EN TU PUPILA EL ARCOIRIS SE REFLEJÓ..."

"Mañana tengo que parchar la bici. O la puedo llevar al bicicletero. ¿La parcho yo o la llevo al bicicletero? Me va a cobrar cinco pesos para ponerle un parche de veinticinco centavos... Me voy a hacer bicicletera"

"Cuando se entere Santino que Cachivache hizo percha el libro que me prestó me va a colgar de la tanga en el mástil del barrio. Encima no lo pude terminar de leer."

"We can be heroes, just for one day!"

La Hora Azul me sirvió tantos años para conocerme. No hay nadie más importante que uno mismo, que justamente uno mismo. No por egoísmo.

Hace un tiempo atrás tuve una charla con otra noctámbula de la blogósfera: La tía Zeta. La cual una Hora Azul me dijo que tenía que apurarme a terminar el secundario.

- Casi se me hace imposible porque estoy trabajando mucho para que a la Pupita no le falte nada.

- ¿Alguna vez viajaste en avión?

- No.

- ¿Entonces no sabés lo que dicen las instrucciones de las máscaras de oxígeno en caso de una emergencia? Las instrucciones dicen que en caso de emergencia, antes que nada, te ocupes de ponerte VOS la máscara. Luego de que te hayas puesto la máscara ayudes al que tenes al lado. Pero de nada sirve que primero ayudes al otro si no te ayudas primero a vos. Esto es más o menos lo mismo. De nada le sirve a Pupita que trabajes todos los días sin progreso. Y para eso tenes que terminar el secundario.

Seguramente no son las palabras exactas de la conversación, pero más o menos fue así. En una Hora Azul me terminé poniendo en egoísta conciente.

Esta entrada la estoy escribiendo en una Hora Azul. Afuera está lloviendo como si cayeran viejas del cielo. ¿Habrá algo más hermoso que dormir cuando se corta la luz y afuera llueve? Me encanta saber que existe este momento del día que aún es mío. Pero me gusta más saber que hay otros noctámbulos como yo que me dan buenos consejos.

Posiblemente esta entrada la lea mi profesora de lengua y literatura. Acá está el trabajo que nos pidió, profe Susana. Sin querer lo vine haciendo desde hace años y en las madrugadas. Espero que lo disfrute.

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La entrada quedó en borradores. Maldita app de blogger que a veces falla. Acá va...